Reflexiones Victorenses

¡¿15 días sin celular?!

Publicado el 25 de marzo de 2015

Me di cuenta de que cuanto no tengo el celular a la mano soy más eficiente en mi trabajo, disfruto más las cosas, mejoro mis relaciones y descanso mejor.

Hace unas semanas se me cayó mi celular. No murió inmediatamente así que yo me aferraba a no “desconectarme” del mundo, seguía whatsappeando con lo poquito que podía ver y contestando llamadas, hasta abría el Facebook para ver un cuarto de foto, pero poco a poco la tinta morada se fue chorreando por dentro de la pantalla hasta que quedó totalmente negra y ya no pude usar el celular para nada. Era un Samsung note 3, de esos de pantalla enorme que parece que traes táblet y no celular, así que la verdad estaba acostumbradísima a ver mucho y muy bien, por lo que me costó asimilar mi pérdida.

Estuve quince días sin celular. Bueno, la primera semana totalmente desconectada, la segunda traje prestado uno de esos aparatos que te regalan en telcel cuando renuevas tu contrato, no era Nokia… creo que ni de marca conocida… entraban y salían llamadas pero como no tenía email, Whatsapp ni Instagram yo me sentía fuera de este mundo. Me tardé 2 días para encontrar cómo mandar un mensaje y nunca encontré cómo subir el volumen del timbre. Aquí está lo que aprendí:

Primero, para qué enojarnos por lo que no tiene solución; ya se fregó, punto. Otra cosa que me pareció curiosa fue que ese celular viejito aunque es más simple que un smartphone, se me hizo difícil de usar. ¿Y eso qué Marcia? Pues eso me recordé que a veces nos clavamos en “el ritmo de la vida” y olvidamos cómo manejar las cosas más simples, las importantes. Ejemplo, puedes manejar un hora sin parar de todas las redes sociales pero te cuesta mantener una conversación cara a cara, o sea de frente con otro humano, de 20 minutos, ¿qué rollo con eso?

Ya después que asimilé que NO iba a remedir la situación enseguida (yo soy de las queno corre a comprar otro teléfono cuando lo pierde, porque tengo metas económicas fijas que se verían afectadas, pero esa es otra historia…), empecé a disfrutar la “desconexión”.

Si vieras que bien trabajé y me concentré en la oficina. Las personas que necesitaban o querían comunicarse conmigo de cualquiera manera lo hicieron (esas que cuentas con los dedos de las manos y se enteran si te pasa algo). Al dejar las redes sociales, paradójicamente mejoraran mis relaciones sociales, pues estuve donde estaba. En las noches, le avancé a todo lo que tengo pendiente por leer (los libros, reportes o revista en tu buró, ¿te suena?), y dormí mejor, es más ni despertador puse en esos días (esto último no es para todos, tengo bebé me despierte, yo sabía que no me iba a quedar dormida jaja).

En pocas palabras, te sonará trillado pero no importa porque es cierto, cuando te desconectas te conectas, contigo, con tu casa, con tu familia, con tus amigos, con tus actividades. ¡No nos damos cuenta pero hoy en un mismo apartado traemos muchísima presión! No es el cel en sí, es que en el celular traes los mensajes, el correo, el calendario, los recordatorios, las redes, ah, y las llamadas.

PRÁCTICA

No, no te voy a sugerir que dejes tu celular 15 días, ni uno solo. Para ser bien honesta, me urgía recuperar mi teléfono; hay mil y un beneficios de la tecnología que no tenemos porqué sacrificar.

Lo que sí, te invito a que relajes la presión, si es tu caso, que el celular “te pone”, y a que vivas más. Algunos tips pueden ser ponerte horarios, por ejemplo le voy a dedicar al día 15 minutos al Face, o 10 al Twitter, o 20 a Pinterest, según tus gustos y necesidades, y no más. No seas de los que sólo comparten y dan like a todo, se de los que tienen algo que compartir. Vive. Crea. Disfruta. ¡Y cuéntame abajo tu experiencia! ♥

Gracias por leerme y recuerda, si te sirve pásalo. ¡un abrazo amigos!

Marcia Benavides Villafranca

Nací y crecí en Ciudad Victoria. Creo que la familia es primero, que todo tiene una razón de ser, y me esfuerzo por encontrar siempre el lado positivo de las cosas.

De profesión, soy abogada egresada de la Universidad La Salle en esta ciudad. Por convicción, escribo con la misión de promover el desarrollo personal, la inteligencia emocional y el optimismo, bajo el lema que aprendí de mi abuelita, ¡siempre pa´delante!.

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