Cuando Tom Brady entró al campo, algunos abucheos acompañaron el trote del quarterback de los New England Patriots.
Restaban 1:30 por jugar en el último cuarto del Super Bowl XXXI, efectuado el 3 de febrero de 2002, hoy exactamente hace 15 años, y la pizarra se encontraba igualada a 17 puntos entre el equipo de Foxboro y los St. Louis Rams.
La tensión reinaba en el Superdome de New Orleans ante la probabilidad de que el juego por el título de la NFL se fuera a tiempo extra por primera ocasión en la historia.
Durante la segunda mitad, el joven Brady lució inefectivo frente a la defensiva de los Rams, por lo que se dudaba que con 90 segundos y sin tiempos pudiera guiar a los Pats a anotar puntos.
La anécdota cuenta que incluso John Madden, el afamado ex coach y en ese momento analista para la televisión estadunidense, recomendó en la transmisión que New England dejara correr el tiempo restante y se alistara para el tiempo extra.
Todo lo contrario, lo que vino a continuación fue la génesis de una leyenda: la de Brady en el Super Bowl.
Brady arrancó la serie ofensiva con tres pases completos, los cuales le permitieron llegar a la yarda 41 de su campo con 33 segundos en el tiempo de juego.
Luego de un pase incompleto, Brady conectó una espiral de 23 yardas con el receptor Troy Brown; a continuación un envío seis yardas al ala cerrada Jermaine Wiggins para arribar a la yarda 30 de los Rams.
A continuación, Brady azotó el ovoide con siete segundos en el reloj dándole paso a Adam Vinatieri, quien intentaría un gol de campo de 48 yardas.
La patada de Vinatieri fue exitosa, dándole el primer triunfo en un Super Bowl a New England y Brady.
Cuando el joven Brady, apenas en su segundo año en la NFL; Robert Kraft, dueño del equipo, y Bill Belichick levantaron el Vince Lombardi en medio del confeti que caía sobre el emparrillado del Superdome, nadie sospechaba que sería sólo el primer capítulo de una historia que década y media más tarde sigue acumulando hitos.
CAUSALIDADES HACIA EL ÉXITO
Como toda epopeya, la de los Patriots y Brady también incluye momentos en los que el destino estuvo de su lado.
Tres casualidades que, en concreto permitieron que la unión de Brady y los Patriots llegara hasta lo que es hoy: el equipo más dominante de lo que va del siglo XXI:
Uno, el 16 de abril de 2000, cuando en la sexta ronda del draft la directiva definió reclutar a Brady, procedente de la universidad de Michigan con el turno 199.
“Es la mejor decisión que han tomado”, le dijo el joven pasador a Kraft cuando se conocieron. No mentía.
Dos, en apenas el segundo juego de la temporada 2001, Drew Bledsoe, quarterback titular del equipo, salió lesionado del encuentro. Fue entonces que Brady tomó el mando de la ofensiva y se mantendría como titular el resto de la campaña, en la que los Patriots terminaron con marca de 11-5 y como campeones divisionales.
Tres, el jueves 1 de febrero de 2002, a sólo tres días de disputar el Super Bowl XXXVI contra los Rams, Belichick definió que Brady sería el quarterback titular para el encuentro, pese a que en la final de la Conferencia Americana salió lesionado y fue reemplazado por el mismo Bledsoe, quien fue la bujía para vencer a los Pittsburgh Steelers en dicho cotejo.
¿Qué habría pasado si Belichick hubiera optado por Bledsoe?
¿Habrían vencido a los Rams en el Super Bowl?
¿Brady se habría perdido en el anonimato?
La decisión de Belichick resultó tan acertada que, a 15 años de ella, los Patriots ya ganaron de la mano de Brady cuatro Super Bowls, 13 títulos divisionales y siete campeonatos de la Conferencia Americana.
Nada mal para un joven que fue abucheado por su seguidores aquella noche en el Superdome y ahora recibe sólo recibe gritos de alabanza.