Las últimas dos semanas fueron intensas para el ex gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz. Un juez penal lo citó para que compareciera a una audiencia y gracias a la suspensión concedida en un juicio de amparo fue posible que no asistiera. Pocos días después un Tribunal Colegiado revocó esa suspensión en un recurso de queja.
Más tarde, El Norte publicó una video-columna de un prestigiado abogado de Monterrey, en donde explicó con mucha claridad el porqué el Juez de Distrito actuó bien al otorgarle la suspensión a Medina. Se trató simplemente de una aplicación exacta de la ley y los precedentes que todos los órganos jurisdiccionales del país deben respetar.
Aunque el argumento de la aplicación de la jurisprudenica es sólido y deja poco lugar al debate en el ámbito jurídico, en el plano mediático y político las dudas nacen por naturaleza. Que si el juez se vendió, que si le tembló la mano y otro buen número de críticas a su actuar nacen en un ambiente distinto al de la aplicación de la ley.
Es evidente la existencia de una duda fundada sobre la corrupción que imperó durante la administración de Medina. Cualquier persona que se atreviera a decir lo contrario, sería crucificada en plena Macroplaza sin juicio previo. Sin embargo, la conducción de los procedimientos legales debe estar, precisamente, ajustada a derecho.
En casos tan emblemáticos para el escenario político actual, como lo es el de Rodrigo Medina, la autoridad encargada de formar las investigaciones debe ser extremadamente pulcra. Hacerlas sin descuidos ni errores es fundamental para fortalecer el sistema de justicia. Una falla o la falta de pruebas debieran ser reconocidos para evitar el apedreo a los jueces que solo puedan tomar en cuenta lo que obra en el expediente. Incluso, el reconocimiento a la existencia de mecanismos como el amparo y la suspensión del acto reclamado, es necesario para no desvirtuar lo que se busca con la pesquisa.
La percepción de la actuación corrupta de dicho personaje si no es confirmada por una instancia legal, se queda solo en una sanción moral. La consecuencia jurídica tiene que esperar y obtenerse por la vía adecuada.
A OJO DE BUEN CUBERO
Escupir para arriba es una frase muy mexicana que se aplica con frecuencia en el lenguaje político. Para quienes no lo saben, este “apotegma” se usa cuando una persona critica un hecho del cual ha sido actor, directo o indirecto. Por ejemplo, cuando se abandera el combate a la corrupción o a la ineficiencia pero durante mucho tiempo el personaje en cuestión ha sido parte de ella. Digamos que esa frase es prima hermana de “ves la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga del propio”. Así muchos en el quehacer político actual.