Antes de que concluya este año, @EPN deberá enviar al Senado dos ternas para elegir igual número de ministros de la @SCJN que ejercerán, cada uno, el más alto cargo dentro del Poder Judicial de la Federación durante los próximos 15 años, gozando de sueldo y prestaciones nada despreciables.
El resultado de las propuestas no es cosa menor, pues en un Estado que se ufane de ser democrático el papel del tribunal constitucional como equilibrio de los poderes, órdenes de gobierno y de éstos con los particulares, es fundamental, pues se da contenido práctico a las leyes que componen el orden jurídico nacional y se delimitan las fronteras de las libertades individuales con las potestades públicas.
La opinión jurídica, y en general, exige que estén fuera de las propuestas aquellos que tengan vínculos con @EPN, el partido en el poder u otros grupos de interés, y además que los futuros ministros sean de carrera judicial.
Saúl López Noriega del CIDE señala que “el trabajo de la Suprema Corte se define a partir de una lógica aritmética. Más allá de los argumentos, es indispensable sumar votos. Una renovación, por tanto, de estos ministros por otros abogados que no compartan una visión del derecho similar sería la antesala para quebrar este precario equilibrio”[1].
Aunque esta afirmación pareciera simplista, es profunda y certera, y si bien lo deseable pudiera ser dar un premio a quienes se han esforzado desde que cosían expedientes hasta llegar a Magistrado de Circuito, o aquellos que han construido una sólida carrera en las aulas o en los tribunales como litigantes, estas características son complementarias de ser abierto al diálogo.
¿A qué voy? Las condiciones políticas del país han propiciado la polarización de los actores políticos en aspectos fundamentales como las reformas. Por ejemplo, en algunos rubros de la reforma político-electoral, como las candidaturas comunes o las coaliciones, la mayoría calificada ha brillado por su ausencia.
Pareciera que el viejo apotegma electoral “vota por la persona, no por el partido” cobra vida en el ámbito de los nombramientos de los ministros “opina sobre la persona, no sobre su origen”.
Está bien debatir sobre el “acta de nacimiento” de los personajes que se mencionan para ocupar la @SCJN, pero debe acompañarse de un análisis sobre su trayectoria, ver quienes en su día a día han tenido que llegar a acuerdos para prosperar o quienes tienden a ser portadores de la única verdad.
A OJO DE BUEN CUBERO
Felicidades a Victoria, capital de Tamaulipas. Hemos llegado a nuestros primeros 265 años.
[1] López Noriega, Saúl. (2015). “La Suprema Corte frente a su encrucijada”. Nexos, número 454, pp. 26-27.