Opinión Del Experto Nacional

CONTADOR DE HISTORIAS

Publicado el 28 de octubre de 2019

Contador de historias

Por Ricardo Alexander M.

No es fácil ser contador de historias. Se necesitan ciertas habilidades para poder convencer de la veracidad de lo que se habla. Para llegar a serlo, se requiere don de palabra, algo de credibilidad, pericia para hacer héroes y villanos –como los fifís y conservadores–, y lograr mantener la atención de los interlocutores.

Por eso, difícilmente se podría argumentar que los que hoy cuentan las historias no gozan de una impresionante capacidad. De esa facultad para crear narrativas de acuerdo a las necesidades del momento –tal vez lo aprendieron y perfeccionaron durante tantos años de campaña– y encauzar en ellas las ideas, aspiraciones y miedos de quien los escucha.

Uno de esos cuentos estandarte ha sido la cruzada contra la corrupción, “las escaleras se barren de arriba para abajo” –decían–, y que de ahí resultarían miles de millones de pesos de “ahorros” que se podrían destinar al “pueblo bueno y sabio”. A casi un año, no se sabe dónde están esos recursos, pero no importa, mientras la historia siga siendo creíble.

El relato resulta más inverosímil, pues si bien es cierto que en México la corrupción es un cáncer profundamente arraigado, durante el mandato, como jefe de Gobierno, del hoy narrador, varios de sus cercanos, incluido su propio secretario particular, se vieron involucrados en uno de los peores escándalos en nuestro país durante las últimas décadas.

“Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”, frase atribuida a José María Iglesias, ha sido una de las más repetidas durante este sexenio y también parte de esa narrativa, sin embargo, ya se puede vislumbrar que es una historia que se aplica según conveniencia y con sus asegunes. Resulta que la ley ahora está supeditada a otras cosas y funciona para los demás, no a nosotros ni a Manuel Bartlett. Todo depende del cristal con que se mira.

Y las historias continúan. ¿Desabasto de gasolina porque cancelamos los contratos para su importación? No importa, llamémosle la guerra contra el robo de huachicol. No es incapacidad, sino el resultado de nuestra honestidad valiente.

Sobre los migrantes, el cuento decía que eran aceptados en México y se les iba a dar toda la ayuda posible, pero nuestro vecino del norte nos amenazó con aranceles y se tuvo que cambiar el discurso. Los migrantes se tienen que detener en la frontera sur y se van a deportar “aunque sean de Marte”. ¿Contradicción? Ninguna, “nosotros sí tenemos calidad moral”.

La historia más impresionante es la que se refiere al fracaso de la estrategia de seguridad, evidenciado con el operativo fallido para capturar al hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, en Culiacán, hace tan sólo unos días, justificado con el convincente argumento de que fue necesario liberar al presunto delincuente, pues “la vida de personas inocentes estaba en juego”. El tema es ser lo suficientemente creíble para convertir un fracaso en victoria, y que nadie se dé cuenta de que fue el propio gobierno quien puso en riesgo a la población.

Es extraordinaria la manera cómo se han logrado transmitir esas historias y convencernos con ellas, lo que se demuestra con la alta aprobación de la administración federal, a pesar de sus pobres resultados en temas como seguridad, economía o salud. Habrá que ver si las narrativas logran sostenerse por mucho tiempo más.

 

Ricardo Alexander

Maestro en administración pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana. Colaborador en Excelsior. Twitter: @ralexandermp