El Batallón de San Patricio
Opinión del Experto Nacional
Por Ricardo Alexander M.
Con tantas cosas ocurriendo en materia política, tanto a nivel nacional como internacional, es muy difícil centrar la atención en otros asuntos, sin embargo, a un día del 17 de marzo, cuando se conmemora al santo patrono de Irlanda, San Patricio, vale la pena contar la historia poco conocida y no tan clara del llamado Batallón de San Patricio, aquella unidad militar compuesta por extranjeros europeos, en su mayoría irlandeses y alemanes, que lucharon de la mano del Ejército mexicano en la intervención estadunidense de 1846 y 1847.
Existen muchas versiones de aquel episodio, pero en esta columna contaremos la versión romántica y patriótica de aquel batallón. Corría la mitad del siglo XIX, cuando a raíz de las políticas expansionistas de nuestro vecino del norte y bajo pretexto de defender la independencia de Texas, su presidente, James Polk, decidió invadir nuestro territorio.
Dentro de ese ejército estadunidense existía una unidad militar compuesta por europeos que habían emigrado a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, pero viendo la injusticia que se les ordenaba hacer —según se cuenta también eran objeto de malos tratos— empezando por un joven de nombre John O’Riley, decidieron pasarse del lado mexicano —que además era católico como ellos— y defender a nuestra gran nación de la política imperialista.
La primera ofensiva que el Batallón de San Patricio —también conocido como los San Patricios— luchó de nuestro bando fue en Monterrey en septiembre de 1846, en la que después de tres días de refriega, se llegó a un armisticio entre las dos fuerzas. También, representaron un papel relevante en la Batalla de Angostura, en Coahuila, el 22 de febrero de 1847, en la que Santa Anna llevó a cabo algunas controvertidas acciones al retirarse aun cuando parecía tener la victoria en la bolsa.
Sin embargo, el fin del Batallón de San Patricio se dio durante la batalla de Churubusco, en agosto de 1847, cuando después de una intensa defensa del Ejército mexicano, cayó el ahora Museo Nacional de las Intervenciones, tras lo cual el general David Twiggs, quien encabezaba a las fuerzas estadunidenses, le preguntó al general Pedro María Anaya sobre las municiones y armamento de los vencidos, obteniendo como respuesta la célebre frase de que “si hubiera parque, no estaría usted aquí”.
No obstante, su valor y coraje en la defensa del Convento de Santa María de Churubusco, varios de los San Patricios fueron capturados por la milicia estadunidense y tratados como traidores, severamente castigados y posteriormente ahorcados precisamente en San Jacinto, en la Ciudad de México, mientras ese ejército izaba su bandera en territorio mexicano. En esta plaza cercana a San Ángel, es donde hoy el Batallón de San Patricio es recordado con una placa conmemorativa. Los restos de estos soldados extranjeros fueron enterrados en diversos lugares de la ciudad, como la ahora iglesia de Tlacopac, donde existe una cruz céltica en su honor.
Tal parece que algunos de los miembros de este batallón que pudieron escapar, con el tiempo lograron camuflarse entre la población de nuestro país, y ahora sus descendientes son mexicanos hechos y derechos.
En un México tan polarizado como en el que hoy vivimos, vale la pena recordar y analizar nuestra historia para entender quiénes somos y cómo llegamos hasta aquí, para no repetir errores del pasado. Tal vez así nos empiece a quedar más claro hacia dónde debemos ir.