Opinión Del Experto Nacional

El fracaso –prematuro– de la Guardia Nacional

Publicado el 18 de mayo de 2020

 

El fracaso –prematuro– de la Guardia Nacional

Por Ricardo Alexander M.

Parece un mal chiste. En su larga campaña por la Presidencia de la República, López Obrador se dedicó a criticar —y desacreditar— la estrategia de seguridad que comenzó Felipe Calderón y continuó Enrique Peña Nieto.

Dijo que el país se tenía que pacificar, que los militares tenían que salir de la calle y que las autoridades civiles, junto con una estrategia integral, tenían que tomar el control de la situación.

Llegó al poder, y sin entender el tema y con diagnósticos precipitados, emprendió una “estrategia” que no tiene pies ni cabeza. Decidió destruir la Policía Federal —institución que poco a poco, y después de mucho dinero y esfuerzo, iba consolidándose— para sustituirla con una corporación que tuviera su sello, aunque estuviera mal concebida.

Pensó que regalando dinero los criminales iban a tranquilizarse. Que su “autoridad moral” los iba a permear y transformar. Incluso, se iba a terminar el crimen organizado por decreto. No había que pelear con ellos, simplemente entenderlos, pues al fin y al cabo “también son pueblo”. Por eso no debe sorprendernos su deferencia con la madre de Joaquín El Chapo Guzmán y su silencio por la liberación de Ovidio, su hijo.

Junto con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, se comprometió a que en seis meses iban a bajar los niveles de violencia a menos de la mitad. Después dijeron que en tres años.

La realidad superó a la ficción. Estamos viviendo los peores índices de homicidios en la historia moderna del país. Cada día, cerca de 100 mexicanos pierden la vida por la violencia. Y nuestras autoridades, como si no existieran. Sus reuniones de las 6 am. sólo sirven para tenerlos desmañanados.

Este lunes —un año después de la reforma constitucional en materia de seguridad—, el Presidente publicó un acuerdo que faculta a las Fuerzas Armadas para llevar a cabo “tareas de seguridad pública”, al fin y al cabo, —como dijo en su mañanera del jueves— “se está desaprovechando su utilización”, reconociendo con ello el fracaso de su estrategia y de la Guardia Nacional.

Se le dijo al Presidente, pero no quiso escuchar. La creación de una nueva corporación no solucionaría nada. La desaparición de la Policía Federal iba a generar un vacío. Estaba difícil empeorar la situación y lo logró. Había que ejecutar una estrategia con gente capaz y aglutinar los conocimientos que se obtuvieron en 12 años de combate al crimen organizado. Construir sobre lo ya hecho.

Pero ya no hay marcha atrás. El daño está hecho y se necesita ver para adelante. Todos los esfuerzos deben ser para consolidar la Guardia Nacional y tienen menos de 5 años para marcar el camino.

Está comprobado que los incondicionales del Presidente no dan resultados. ¡Al diablo el 10% de capacidad! Hay que sustituirlos.

En lugar de hacer los proyectos faraónicos —Santa Lucía, Dos Bocas, el Tren Maya—, ese dinero se debe invertir en capacitación y equipo. En lugar de reuniones interminables, que se rediseñe y reestructure la institución. Mandar a los militares a sus cuarteles.

El Presidente se la ha pasado culpando de sus propios errores a sus antecesores. Con tanta “autoridad moral” es su obligación y responsabilidad dejar las cosas mejor que como las recibió y todo indica que no lo va a lograr. Todavía está a tiempo de no hacer de este tema otro fracaso de la 4T.

 

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Panamericana

Twitter: @ralexandermp

Ricardo Alexander

Maestro en administración pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana. Colaborador en Excelsior. Twitter: @ralexandermp