Política

¿EN DÓNDE ESTÁN LOS LÍDERES?

Publicado el 30 de septiembre de 2019

¿En dónde están los líderes?

Por Enrique Diez Piñeyro Vargas

Si hacemos un análisis detallado de los primeros diez meses de la actual administración pública federal autodenominada como la cuarta transformación, en el cual se pone en la balanza temas de enorme trascendencia como el incremento en los índices de inseguridad que azota al país, el poco o nulo crecimiento económico, la pérdida de tantos empleos, la desaparición de programas sociales como el de las estancias infantiles, los comedores comunitarios y el seguro popular, el grave problema de escases de medicamentos en los hospitales y centros de salud, la cancelación de obras de infraestructura como el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), proyectos de obras públicas que se pretenden realizar con pésima planeación y sin estudios de impacto ambiental correspondientes (la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucia), las modificaciones a las reformas estructurales en materia educativa que representan un retroceso, la disminución de recursos económicos en el fomento al turismo y los recortes presupuestales que impactan de manera significativa a los estados de la república, la pregunta obligada que nos hacemos es: ¿por qué el Presidente de la República sigue conservando un alto porcentaje de aceptación?  

La respuesta se encuentra en la estrategia de comunicación que López Obrador ha adoptado y le permite ser el eje central de la agenda nacional. Es decir, todos los días el presidente comunica, marca la pauta y hace suyos los temas de interés público en sus famosas “mañaneras”, expone sus puntos de vista, empodera en su discurso el combate a la corrupción, la austeridad republicana, descalifica a sus “adversarios”, da a conocer “sus cifras”, contradice a sus propios colaboradores y a toda información que no coincida con sus “datos”, se justifica repartiendo culpas al pasado, a la mafia del poder y polariza a la sociedad entre “chairos” y “fifís”, los buenos en contra de los malos.

Recordemos que este modelo de comunicación lo adoptó desempeñándose como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, ahora la CDMX. Esta estrategia le permitía adelantarse a cualquier tema e incluso le ganaba la nota del día al propio presidente Vicente Fox, dejando en un segundo plano cualquier comunicado o declaración proveniente de las oficinas de Los Pinos. Desde ese momento, además de ser el gobernante de la capital del país, se convirtió en el líder opositor que comunicaba, ganaba reflectores, audiencias, adeptos y construyó una imagen sólida del político que generaba esperanza ante tanto hartazgo social. La clave del éxito: hablarle a la gente en su mismo idioma, creando una empatía. Frases como “soy peje, pero no lagarto”, “abrazos, no balazos”, “me canso ganso”, “fuchi” y “guacala” y las que se acumulen, no son el resultado de ocurrencias. Para comprender un poco más este contexto, les recomiendo lean “Los Once Principios de Joseph Goebbels”.

Hasta el momento, esta estrategia de comunicación le ha sido redituable y los números hablan por sí solos. El tiempo nos dirá si su estrategia sigue siendo eficaz si no va acompañada con logros y avances significativos, y todo se quede en compromisos incumplidos después de haber creado tantas expectativas. Coincido con quienes piensan que gobernar no es un concurso de popularidad, un gobernante con altura de estadista antepone la toma de decisiones con visión a futuro sobre cualquier porcentaje de aceptación. Sabemos que muchas de las grandes transformaciones irán acompañadas de resistencias y se vuelven medidas no populares para quienes en ese momento tienen la obligación de ponerlas en práctica.

Ahora bien, ante este escenario se vienen a la mente más preguntas: ¿En dónde están los líderes?  ¿Quiénes son el verdadero contrapeso de este gobierno?.  ¿Dónde están las voces con verdadera calidad moral para debatir y discrepar?.  ¿Esos liderazgos son los dirigentes de los partidos políticos tradicionales?. ¿Acaso esos liderazgos se encuentran en los senadores y diputados federales de oposición?. ¿Son los gobernadores y presidentes municipales los que asumen ese papel?. ¿Esas voces que el pueblo desea escuchar están en la clase empresarial?. ¿Están en los grupos religiosos?. ¿En las organizaciones sindicales, los medios de comunicación o en las comunidades universitarias?

Llama la atención que ante la falta de verdaderos liderazgos y ese vacío de voces que le hablen al pueblo, ahora resurgen en la escena política los ex – presidentes de México, Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa. El primero, con la misma actitud de irreverente que lo caracterizó en su faceta de candidato despotricando a quien se le ponga enfrente y con su nueva bandera de “partirle la madre a la 4T”, sin olvidar que a la hora de gobernar pasó con más pena que gloria.  Por otro lado, Calderón se maneja con una postura más relajada, dando cátedra de lo que se debe de hacer y que nunca supo poner en práctica durante su sexenio. De igual manera, intensifica una agenda que le permite atender su prioridad de constituir un partido político y acceder al presupuesto para mantener su franquicia.

La sociedad civil exige contrapesos reales y para eso, se requiere de liderazgos con inteligencia emocional que despierten pasiones, lideres con carisma que transmitan confianza y demuestren un verdadero interés en los problemas de los demás, que cuenten con ideas innovadoras, que sean gente informada y preparada, que sean capaces de explotar al máximo sus fortalezas y sepan reconocer cuáles son sus debilidades, y la más importante de todas: que amen a su país.

“Un verdadero líder tiene la confianza para estar solo, el coraje para tomar decisiones difíciles y la compasión para escuchar las necesidades de los demás. Él no se propone ser un líder, sino que se convierte en uno debido a sus acciones y la integridad de su intención.”

General Douglas MacArthur    

Enrique Diez Piñeyro Vargas