Golpe de realidad
Opinión del Experto Nacional
por Ricardo Alexander M.
Existen muchas frases para describir lo que está ocurriendo en el país en materia política, desde “nadie aprende en cabeza ajena”, pasando “por la boca muere el pez”, y terminando en “una cosa es ser oposición y otra gobernar”.
En las últimas semanas, con las aguas un poco más asentadas desde que asumió el poder el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, se ha podido ver que la administración entrante se ha enfrentado a un duro golpe de realidad, principalmente por situaciones creadas con base en malas decisiones o por problemas mal dimensionados.
En primer lugar, la economía no marcha bien. Todas las previsiones económicas serias colocan el crecimiento para este año entre 1% y 2%, y los pronósticos son peores para 2020, muy por debajo del 4% que prometió el Presidente durante su campaña.
La –ahora clásica– frase de “nosotros tenemos otros datos” no genera confianza entre los inversionistas y asusta al capital.
Peor que la economía, la inseguridad. El primer cuatrimestre de esta administración ha sido el más violento en la historia del país y la estrategia de que las mamás hablen con sus hijos criminales no ha dado los resultados esperados.
Desafortunadamente, la Guardia Nacional, al repetir prácticamente lo realizado desde hace más de una década, difícilmente logrará revertir la tendencia en seis meses y, como lo prometió Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno de México, disminuir, en tres años, la violencia en el país a la mitad.
En educación, e independientemente de una complicada negociación sobre la nueva reforma educativa, llevada a cabo por el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha tenido que dar cuenta a base de golpes de que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no es una aliada pacífica –como ejemplo, el bloqueo de vías férreas en Michoacán por semanas–, por lo que ha tenido que ceder a sus extorsiones, priorizando los privilegios de un gremio en detrimento de la calidad de la educación en el país.
No sólo en esos ámbitos la nueva administración se ha dado un fuerte golpe de realidad. En materia de relaciones internacionales, el país está paralizado y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, no ha podido dar resultados.
Fuera de nuestra –totalmente innecesaria– petición de disculpas por la conquista de España, a la que ese gobierno prácticamente contestó con mofa, y las hostilidades semanales de Donald Trump –cada vez más agresivas–, se puede decir que las relaciones exteriores están en un impase, situación que hace décadas no se veía.
Incluso, en cinco meses, no se ha anunciado ninguna gira internacional del Presidente y se rumora que no asistirá a la reunión del G–20 en Osaka.
Lo más preocupante es que no es claro si el propio gobierno está asumiendo y concientizando el golpe de realidad o, en su lugar, como lo hace en el discurso, está culpando de la situación a las administraciones anteriores y a las fuerzas obscuras del conservadurismo fifí.
Afortunadamente, vivimos en un país con cifras fidedignas –hasta ahora–, por lo que es, y será, posible medir el desempeño de la administración durante el sexenio.
Desde el 1 de diciembre de 2018, quien es responsable del timón es el presidente Andrés Manuel López Obrador y su equipo, y es quien se llevará el éxito o el fracaso de dicha empresa.