Destruyendo lo que funciona
Por Ricardo Alexander M
En varias ocasiones, el presidente López Obrador ha asegurado que prácticamente no existe nada que salvar y rescatar de las administraciones pasadas. Con esa visión corta y sesgada llegó a la Presidencia de la República a hacer y deshacer, a destruir en lugar de construir sobre lo ya existente. A no utilizar lo que funcionaba para mejorarlo, sino a comenzar de cero, aunque sea en su perjuicio. Ahí están los resultados.
En materia de salud tenemos un claro ejemplo. Después de años de aprendizaje, inversión y capacitación, se había logrado llegar a una compra consolidada de medicamentos y materiales de curación —comandada por el IMSS— que era aplaudida por organismos internacionales, envidiada por otros países y reconocida —por las reglas justas del juego— por los agentes del mercado. Existía orden y transparencia.
Con diagnósticos apresurados y superficiales, aduciendo una campaña contra la corrupción y buscando ahorros que nunca llegaron, el gobierno de López Obrador, por consejo de Raquel Buenrostro, quien fungía como oficial mayor de la SHCP, decidió que todo lo anterior estaba mal y que lo podían solucionar de un día para otro. A final de cuentas, gobernar es cosa de niños. ¿Qué podía salir mal?
No había que ser adivino para saber lo que iba a suceder. El abasto general de medicinas en el sector público cayó 10% y se dejaron desprotegidas a miles de personas vulnerables, como las que padecen diabetes o los niños con cáncer. Incluso se desapareció el Seguro Popular y se dejó sin cobertura a millones de mexicanos. En el afán de dar soluciones, después del caos creado, se dejó de aplicar la Ley de Adquisiciones y aumentó la opacidad y las adjudicaciones directas. Al final, se compró más caro y peor. Nada se solucionó y retrocedimos años.
También se quiso romper con la distribución de medicamentos que hacía el sector privado. Primero se propuso que esa función la hiciera el IMSS, hasta que entendieron que no eran enchiladas. Después, que la hiciera otra vez el sector privado, pero no los que lo hacían antes. Ahora dicen que Birmex, pero en el fondo no está claro. Pero eso sí, se va a gastar más por tratar de encontrar el hilo negro.
Ahora tenemos a la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) comprando las medicinas para los hospitales públicos de México, aplicando sus propias reglas y procedimientos, mientras tenemos una legislación que funciona y garantiza los mecanismos de trasparencia. Eso, sin contar con los costos extraordinarios que implica hacerlo con un tercero que se lleva una comisión. ¿No que se buscaba ahorrar?
Lo barato sale caro, igual la inexperiencia. Vamos a terminar pagando más por algo peor. Además, abriendo espacios para la corrupción. Por un tema ideológico, el gobierno se dio un balazo en el pie y abrió un frente de forma innecesaria en un tema tan delicado como es la salud de la población. A fin de cuentas, los afectados son lo de menos. Lo que importa es que se hizo lo que quiso el Presidente.
Irónicamente, el mandatario dijo que con su gobierno íbamos a tener los servicios médicos como si fuéramos Noruega o Dinamarca. Y claramente estaríamos más cerca de hacerlo si, con humildad e inteligencia, el Presidente no hubiera decidido destruir lo que ya funcionaba.