Gobierno de coalición en 2024
Por Ricardo Alexander M
“Divide y vencerás”, parece que es la máxima que guía las acciones del presidente López Obrador mediante la cual busca que la oposición no se organice y fracase en su intento de detener la destrucción institucional que lleva a cabo la —autodenominada— Cuarta Transformación.
Si bien nadie puede negar que tiene un gran poder político, se le ve preocupado con los resultados electorales del pasado 6 de junio en virtud de los cuales, justamente, la alianza opositora se dio cuenta que uniendo fuerzas puede tener resultados aceptables. No sólo le arrebató posiciones importantes en la Cámara de Diputados, sino que también le dio un duro golpe en su principal bastión, la Ciudad de México.
Para mejorar los resultados y darle estabilidad a esa unión de fuerzas políticas, tal vez sea tiempo de ir más allá de un simple pacto electoral. Por eso viene a cuento una figura jurídica que ha sido letra muerta hasta ahora, pero que cobra relevancia justamente en estos tiempos de turbulencia en el sector público.
Se trata del gobierno de coalición, el cual se incluyó a nivel constitucional en 2014, promovido por el presidente Peña Nieto como parte del —tan odiado— Pacto por México. Es un nuevo instrumento jurídico para enfrentar los dilemas del gobierno sin mayoría y poder construir una gobernabilidad democrática. Su conformación debe apegarse a una serie de modalidades establecidas —principalmente— en el artículo 89 fracción XVII constitucional.
Dicha disposición establece que el Ejecutivo podrá, “en cualquier momento, optar por un gobierno de coalición con uno o varios de los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión. El gobierno de coalición se regulará por el convenio y el programa respectivos, los cuales deberán ser aprobados por mayoría de los miembros presentes de la Cámara de Senadores. El convenio establecerá las causas de la disolución del gobierno de coalición”.
La idea de la reforma es abrir la posibilidad de terminar con el juego de suma cero de las elecciones presidenciales en donde “el ganador se lo lleva todo” y facilitar la gobernabilidad cuando el Presidente no tiene una mayoría en el Congreso. Un poco menos de presidencialismo y un poco más de parlamentarismo.
Uno de los elementos importantes de la institución es que, a diferencia de lo que ocurre normalmente, el Senado ratifica los nombramientos que el Presidente hace de los secretarios de Estado, con excepción de los titulares de los ramos de Defensa Nacional y Marina, otorgándoles mayor legitimidad en el cargo.
Bajo esta figura, cobra una nueva dimensión la coalición que puedan llegar a hacer los partidos opositores para las elecciones presidenciales de 2024, al establecer, de forma estable y formal, la manera en que puede funcionar un gobierno que incluya a las diferentes fuerzas políticas y que pueda funcionar con base en consensos.
Si bien es cierto que hasta este momento no existe una legislación reglamentaria sobre los gobiernos de coalición, la Constitución abre la posibilidad de ello. Incluso en 2017 se presentó un proyecto de ley que incluía conceptos como jefe de Gabinete y programa de gobierno.
Tal vez sea momento de ir planteando el primer gobierno de coalición de México para 2024. El más enojado de ello va a ser el rey de Palacio.
*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana.