Impecable discurso inaugural de Joe Biden
Por Enrique Diez Piñeyro
Llegó el 20 de enero y, como sucede cada cuatro años, Estados Unidos celebra el “Inauguration Day”, día establecido por su Constitución para que un nuevo Presidente, o bien el Presidente en funciones que consigue reelegirse por un periodo más al frente de la Casa Blanca, rinda juramento en las escalinatas del Capitolio ante los ojos del mundo entero.
En esta ocasión tocó el turno a Joseph Robinette Biden Jr asumir el cargo como el Presidente número 46 en la historia de la Unión Americana. Una ceremonia distinta a las anteriores por varios factores. El primero y más importante, la llegada de una extraordinaria mujer a la Vicepresidencia, la restringida asistencia de invitados al evento a causa de la pandemia y, por supuesto, el esperado berrinche del Presidente saliente Donald J. Trump de no asistir, demostrando una vez más su nulo tacto político y su poca clase como persona.
El análisis que haremos en esta ocasión serán los puntos finos del impecable discurso inaugural por parte del presidente Biden. Un discurso perfectamente estructurado y acorde al momento que viven los Estados Unidos y el mundo entero. En la parte inicial del mismo, Biden afirma: “Seguiremos adelante con celeridad y urgencia, porque tenemos mucho que hacer en este invierno de peligros y posibilidades. Mucho que reparar, mucho que restaurar, mucho que sanar, mucho que construir y mucho que ganar. Pocos periodos en la historia de nuestro país han sido tan desafiantes o difíciles como este en el que nos encontramos ahora.”
Consciente de los difíciles momentos a los que su país se enfrenta, convoca a sus compatriotas señalando: “Superar estos desafíos, restaurar el alma y asegurar el futuro de Estados Unidos exige mucho más que palabras. Exige lo más esquivo de todo en una democracia: Unidad. Unidad. Toda mi alma está en unir a Estados Unidos, a nuestro pueblo, a nuestra nación. Y pido a todos y cada uno de los estadounidenses que se sumen a mí en esta causa. Que nos unamos para luchar contra los enemigos que nos esperan: la ira, el resentimiento, el odio, el extremismo, el desorden, la violencia, la enfermedad, el desempleo y la desesperanza.”
Como un acto de apertura y sensibilidad, a mi gusto la mejor parte de su discurso, el nuevo Presidente afirma: “Tenemos que poner fin a esta guerra civil que enfrenta al rojo con el azul, a lo rural con lo urbano, a los conservadores con los liberales. Podemos hacerlo si abrimos nuestras almas en vez de endurecer nuestros corazones, si mostramos un poco de tolerancia y humildad, si estamos dispuestos a ponernos en el lugar de otra persona solo por un momento. Porque lo que tiene la vida es que no sabes qué te deparará el destino. Hay días en que necesitamos que nos echen una mano. Y otros días en los que nos piden que la echemos nosotros. Así es como tenemos que ser unos con otros. Y si somos así, nuestro país será más fuerte y más próspero, y estará más preparado para el futuro.”
Así mismo, el Presidente Biden no desperdició la oportunidad de enviar un mensaje al mundo entero al afirmar: “Estados Unidos ha sido puesto a prueba y ha salido de ello reforzado. Repararemos nuestras alianzas, y nos relacionaremos con el mundo otra vez. No para enfrentarnos a los retos del pasado, sino a los del presente y a los del mañana. Y no solo predicaremos con el ejemplo de nuestro poder, sino con el poder de nuestro ejemplo. Seremos un socio fuerte y fiable para la paz, el progreso y la seguridad.”
Reafirmando su convicción y su espíritu de patriotismo, señala: “Juntos escribiremos una historia estadounidense de esperanza, no de miedo. De unidad, no de división. De luz, no de oscuridad. Una historia estadounidense de decencia y dignidad, de amor y sanación, de grandeza y bondad. Que sea esta la historia que nos guíe. La historia que nos inspire. Y la historia que cuente a los tiempos venideros que respondimos a la llamada de la historia, que estuvimos a la altura del tiempo presente.”
Ahora viene la difícil tarea de plasmar cada una de estas palabras en realidades. El reto para la nueva administración 2021-2025 es concretar avances significativos de la agenda marcada en los primeros cien días de gobierno. Ya dio el primer paso firmando 17 decretos presidenciales relacionados con temas de migración, cambio climático, igualdad racial y pandemia. Además, ordena la detención de la construcción del muro en la frontera con México, reincorpora a los Estado Unidos al Acuerdo Climático de Paris y a la Organización Mundial de la Salud, así como revocar la aprobación del oleoducto Keystone XL.
No habrá margen de error y sus opositores y grupos conservadores radicales estarán al asecho. Confiando en su experiencia por sus años en el servicio público, contando con asesores de lujo como los expresidentes Bill Clinton y Barack Obama, y capitalizando todos los desatinos de su antecesor Donald Trump, estoy seguro que Joe Biden habrá de responder a los desafíos y pronto los Estados Unidos mostrarán otra cara al mundo.
A nosotros los mexicanos nos conviene que le vaya muy bien al país vecino y principal socio comercial. Confiamos en que el presidente López Obrador se modere y mantenga una relación de cordialidad y cooperación con la administración Biden-Harris. Importante será reafirmar nuestros lazos comerciales y exigir en todo momento respecto y trato digno a todos nuestros connacionales radicados en la Unión Americana. No queremos una actitud de entreguismo por parte del Gobierno mexicano, pero sí que se utilicen todos los mecanismos existentes que permitan dar realce a la diplomacia en esta relación binacional.
“El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”: Winston Churchill.