Impunidad a los criminales
Por Ricardo Alexander M.
De la misma serie de “negar lo evidente” y “los otros datos”, nos llega una –no tan– nueva “puntada” de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador y su administración, que se llama defendiendo y garantizando impunidad a los delincuentes.
Claro que su máxima “al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie” aplica, pero sólo a los demás. A los opositores o enemigos, como Rosario Robles, que tienen que pagar por haberle dado la espalda al ahora mandatario. Pero no para los amigos y colaboradores, que tienen trato especial. Ellos son la ley e imparten justicia.
Por eso hace sentido que el Presidente diga que Delfina Gómez Álvarez, ahora secretaria de Educación Pública, no hizo mal por retener 10% del salario a los trabajadores de Texcoco, cuando era alcaldesa de ese municipio entre 2013 y 2015, para fines partidistas. En lugar de pedir su renuncia, ¡aseguró que era una campaña de desprestigio!
También defiende el nombramiento del ideólogo del régimen, Pedro Salmerón, como embajador de Panamá, pues dice que no hay pruebas contra él, aunque decenas de mujeres lo han acusado de acoso sexual.
Justifica y protege a Manuel Bartlett, un dinosaurio salido de las filas del PRI, quien fue secretario de Gobernación en tiempos del asesinato del agente de la DEA, Enrique Kiki Camarena –y por eso no puede entrar a Estados Unidos–, y que no ha podido explicar su enorme riqueza.
No nos podemos olvidar que dejó que Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, fuera liberado cuando fue aprehendido por fuerzas federales en Culiacán y –lo peor– desistió en perseguirlo, igual que a las demás organizaciones criminales, que ahora operan a sus anchas y a lo largo del país sin miedo a la justicia.
En verdad es tan grande el problema, que Félix Salgado Macedonio se siente tan despreocupado por las denuncias que se interpusieron en su contra por abuso sexual, que pidió licencia en el Senado –y en consecuencia dejó su fuero– para apoyar al presidente López Obrador en la consulta de revocación de mandato.
Pero probablemente no existe un mayor descaro en este gobierno que la cínica defensa de Pío y Martín, hermanos del mandatario y que aparecen en varios videos recibiendo fajos de dinero, bajo el argumento de que eran “aportaciones” –¿del narco?– y que les pusieron una trampa para que quedaran grabados recibiendo dinero. Impresionante.
Pero ahí no termina el apoyo a criminales. Deja que se tomen casetas todos los días. Que se venda huachicol en las autopistas del país de manera descarada. Que se paralicen vías de ferrocarril. Que grupos criminales controlen regiones enteras. Incluso está probado que su actual secretario particular, Alejandro Esquer, participó en la operación de lavado de dinero conocida como “carrusel”. Frente a eso, no hace sino defender a los delincuentes y garantizarles impunidad.
Lo que es más kafkiano, es que el rey cínicamente aparece todos los días desde su palacio, con una risa burlona, a decirnos que va muy bien el país, mientras 100 mexicanos diariamente son levantados, torturados y masacrados.
No se puede entender tal impunidad, sino bajo la lupa de la complicidad, esa que viene desde los niveles más altos del gobierno.
Y eso sí, todavía tiene popularidad. Probablemente nos merecemos el meteorito.