Incongruencia y falta de dignidad
Por Enrique Diez Piñeyro Vargas
Son varias las colaboraciones editoriales en las que un servidor se permitió externar opiniones en referencia a los escenarios que enfrentará el Partido Revolucionario Institucional, tomando en cuenta los desatinos de quienes están al frente de este partido, mismos que pretenden seguir conduciendo a esta gran institución como si el tiempo se hubiese detenido en la década de los setentas, demostrando su limitada visión en torno a los nuevos retos.
Hablando concretamente del caso del estado de Tamaulipas, señalábamos los riesgos que implicarán para PRI la posibilidad de conformar una alianza política con PAN y el PRD, con la cual se pretende competir electoralmente en contra del partido Morena, mismo que a partir de las últimas elecciones pasó a ser la primera fuerza política en el estado, al tener en su poder municipios que representan el 80 por ciento del electorado, y la mayoría parlamentaria en el Congreso local.
Sigo sosteniendo lo expuesto en anteriores colaboraciones; conformar una alianza política con el Partido Acción Nacional es un suicidio político. El costo de concretar esta alianza será altísimo, ya que tendrán que cargar con el desgaste de un gobernador reprobado y con una gestión gubernamental señalada por temas de corrupción en su máxima potencia.
Con esta alianza, el PRI estará terminando de cavar su tumba. Sabemos que esta decisión fue tomada en la Ciudad de México por personas que no tienen la remota idea del acontecer político en nuestra entidad. A estas personas lógicamente nos les interesa en lo absoluto la situación en Tamaulipas. Con esta decisión, Alejandro Moreno Cárdenas pasará a la historia como el peor dirigente nacional al frente del tricolor.
Este personaje desconoce que es imposible pedirle a la militancia y simpatizantes priistas que, por arte de magia y como si nada hubiese sucedido, ahora tengan que ponerse a trabajar con quienes durante cinco años se dedicaron a perseguir, ofender y afectar económicamente a miles de tamaulipecos por el hecho de no pertenecer a su misma corriente política. Será inevitable la desbandada de miles de militantes de este partido, que optarán por apoyar al partido Morena y sus aliados.
La culpa no es únicamente de Moreno Cárdenas. Mucha culpa recae también en quienes se ostentan como dirigentes del partido aquí en el estado, mostrando una actitud de entreguismo y nula dignidad al no tener los tamaños para revelarse ante el error que está por cometer el Comité Ejecutivo Nacional, dando el mismo trato a Tamaulipas como en los estados donde se renovaron gubernaturas con resultados catastróficos.
A estos dirigentes no les alcanza para entender que el proyecto real y urgente para el Partido Revolucionario Institucional es refundarse, empezar de cero, como si fuese un partido de reciente creación que poco a poco busca posicionamiento con rostros nuevos, abriendo los espacios a mujeres y jóvenes con preparación y vocación de servicio.
Es una total incongruencia pensar que a estas alturas el PRI pueda ser un partido político competitivo electoralmente, cuando durante estos cinco años sus dirigentes jamás se comportaron como oposición, sino todo lo contrario, se condujeron con descaradas actitudes de complicidad ante el gobierno en turno. Durante estos cinco años, jamás se preocuparon por preparar a un prospecto que pudiera convertirse en un líder real para encabezar las causas de los ciudadanos.
El tema seguirá dando mucho material de análisis. Muy respetables también todas las expresiones que opinen lo contrario al concluir que con la sumatoria de votos obtenidos por el PAN y los propios de PRI el pasado proceso electoral, la alianza obtendría la victoria en el año 2022. En ese supuesto, no se está considerando que para la elección del próximo año el partido MORENA ya es gobierno en municipios claves y tampoco se contempla que el votante priista con congruencia y dignidad jamás le otorgará el sufragio a un candidato de extracción panista.
“El hambre viene y desaparece, pero la dignidad, una vez perdida, nunca vuelve”: John Malkovich