La realidad es cruda
Por Ricardo Alexander M.
Hoy es un buen día para seguir hablando de la salud del Presidente.
Hoy, después de que hace un año se planteó en esta columna el problema, tal vez es momento de tomarnos en serio el tema y volverlo a poner sobre la mesa.
Hoy, domingo 26 de febrero de 2023, que los ciudadanos libres se manifiestan en apoyo a las instituciones democráticas del país, es una buena fecha para dialogar sobre algo que pocos quieren abordar, pero que todos sabemos está ahí y se agrava constantemente.
Como hace un año, no se busca criticar, sino evidenciar una realidad. Todo muestra que la salud mental del Presidente se deteriora, así como su capacidad para tomar decisiones al frente del gobierno mexicano.
Lo cierto es que no es concebible que alguien que entiende sus acciones condecore con la Orden del Águila Azteca al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, uno de los más emblemáticos dictadores de nuestra época —asesino y violador de derechos humanos— y no se pronuncie abiertamente frente al destierro y exilio de 300 opositores en Nicaragua por parte de otro dictador. Pero eso sí, interfiere tanto en la política interna de Perú que, incluso logró que sea expulsado de forma definitiva el embajador mexicano en aquel país.
Tampoco que prohíba que una empresa como Tesla se instale donde se le dé la gana, y le prohíba que sea en Nuevo León, pues no se alinea a su agenda política, mandando, una vez más, un mensaje negativo a la inversión extranjera después de que no se ha recuperado del fiasco del aeropuerto de Texcoco.
Que se atreva, sin más, a decir que un ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia, que goza de excelente reputación, como es José Ramón Cossío, es “corruptazo, conservador, hipócrita” simplemente porque apoya la democracia e invita a manifestarse en favor de las inconstitucionales reformas al INE.
Sí, estamos hablando de la salud mental del Presidente, que dice que en México ya no hay corrupción ni impunidad ni pactos con los criminales ni masacres ni huachicoleo, mientras están a la vista de todos. Basta con salir de nuestras casas o prender la televisión.
Que se jacta de la condena de Genaro García Lunaen Estados Unidos, pero omite la parte donde el veredicto se logró, en gran medida, por el testimonio de Jesús Reynaldo Zambada García, El Rey, quien también declaró que aportó siete millones de dólares a la campaña para la presidencia de López Obradoren 2006.
Se trata de ese Presidente que, según datos de la Coneval, ha llevado a la pobreza a —por lo menos— 3.8 millones de mexicanos durante su sexenio, aunque se atreva a decir que tiene “otros datos”.
Hablamos de un gobernante que sigue presumiendo su “popularidad” mientras tiene en las manos la sangre de 150 mil mexicanos y el récord mundial de periodistas asesinados —otra vez— este año.
Y, aunque los aplaudidores e ideólogos sigan justificando las desafortunadas decisiones, lo cierto es que la cabeza de nuestro gobierno perdió, desde hace años, la conexión con la realidad. Pero que quede claro, él no es culpable de su enfermedad, sino lo son quienes la alimentan.
Por eso hoy salimos a manifestarnos los ciudadanos libres que queremos un mejor país y proteger a nuestra democracia de los embates dictatoriales que se pronuncian desde Palacio Nacional.
Sí, es momento de seguir hablando de la salud del Presidente.