Opinión Del Experto Nacional

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Publicado el 10 de abril de 2023

 

México, tierra de cárteles
Por Ricardo Alexander M.

El lunes pasado una pareja fue detenida mientras cruzaba en un taxi por Nuevo Laredo hacia territorio estadunidense. Un hombre en una camioneta de lujo les marcó el alto. Les pidió sus papeles y visa. Se comunicó con otra persona por celular y les dieron “autorización” para ingresar a EU. También lo hicieron con otros autos. El miércoles, 23 hombres que partieron del municipio de San Felipe, Guanajuato, fueron reportados como desaparecidos. Las personas viajaban rumbo a Coahuila y fueron víctimas de secuestro mientras transitaban por San Luis Potosí. Después se supo que eran migrantes y eran transportados como parte de una extensa red de tráfico de personas y drogas.

El viernes, cinco jóvenes fueron asesinados en el municipio de Calera de Víctor Rosales, en Zacatecas. Las víctimas —cuatro hombres y una mujer— se encontraban reunidas en un parque cuando, de manera repentina y sin mediar palabra, un grupo de sujetos armados disparó en su contra. Miles de historias como éstas ocurren en nuestro país cada semana en todos los estados de la República.

Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, en una audiencia ante un comité del Senado de aquel país, declaró hace unas semanas que en México hay territorios completos dominados por las organizaciones criminales. Se quedó corto. En respuesta, López Obrador negó que existan regiones del país en control del narcotráfico. También ha dicho que ya no hay impunidad en México. Que vivimos una verdadera democracia y nos sobra Estado de derecho. Que ya no existen masacres. Inimaginable.

El país se ha vuelto un paraíso para las organizaciones criminales, que cada vez se fortalecen más, mientras el Ejército y la Guardia Nacional se quedan pasmados observando, replegados. Los cárteles son la autoridad de facto. Pagan campañas políticas. Piden derecho de piso. Determinan quién puede trabajar y de qué manera. En el fondo, son quienes deciden cómo podemos vivir y, si desobedecemos, la pena es la muerte. Antes podríamos haber pensado que era simple ignorancia de nuestro mandatario federal cuando decidió eliminar a la Policía Federal o cuando dijo que la estrategia era “abrazos, no balazos”. Que era parte de un discurso que sería rebatido con hechos. Nos volvimos a equivocar.

Ahora tenemos elementos para presumir que existe una evidente complicidad –expresa o tácita– con los cárteles, en los tres niveles de gobierno, y mientras el Presidente se resguarda en su palacio, nos deja a merced de los criminales. Tal vez piensa que ésa es la única manera de que su “transformación” continúe y necesita esa inyección de recursos económicos y humanos que sólo las organizaciones criminales pueden proporcionar. Por eso les permite operar: amor con amor se paga.

En el fondo, parece que no nos preocupa que los ciudadanos estamos a merced de los propios sicarios, cuyo único valor es el del dinero sucio, hasta que nos toca. Nadie está a salvo. Tampoco lo estarán los que hoy están permitiendo la destrucción del país. Pobre México.

Ricardo Alexander

Maestro en administración pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana. Colaborador en Excelsior. Twitter: @ralexandermp