Vivir en tiempos interesantes
Por Ricardo Alexander M.
Existe un adagio chino que versa sobre el desear a alguien “vivir en tiempos interesantes”. A diferencia de lo que se podría pensar, esa cultura no lo utiliza como un deseo positivo y amable, sino como una maldición dirigida a los adversarios y enemigos.
Y es que la realidad nos está demostrando que, para bien o para mal, probablemente estamos viviendo los tiempos más interesantes desde la Segunda Guerra Mundial. El internet y las vías de comunicación, que se han desarrollado exponencialmente en tan sólo una generación, nos han abierto los ojos a otro mundo, uno en el cual pensábamos que no había fronteras, en donde lo privado se vuelve público y prácticamente no hay nada que no podamos ver con nuestros propios ojos, ocurra en cualquier lugar o tiempo del orbe.
Sin embargo, al comienzo —incluso hoy— difícilmente pudimos vislumbrar todos los efectos de este cambio de vida radical. De empezar a vivir en la era tecnológica y digital.
Hace un par de años se evidenció que manejando las redes sociales se pueden manipular elecciones democráticas y, como dice Yuval Noah Harari, “entramos en la era de hackearhumanos”.
Movimientos sociales, como el feminista de hace unos meses, han logrado permear, de la misma manera y con la misma intensidad, en cientos de sociedades distintas que adoptan un “himno” único como símbolo de su movimiento.
Y cambiando las reglas del juego y la manera de llegar a la gente, los gobiernos de corte populista que buscan dividir, en lugar de conjugar, han proliferado en todos los continentes, representados excepcionalmente por el discurso de Donald Trump o el Brexit, de Boris Johnson.
El mejor ejemplo de estos “tiempos interesantes” es la reciente crisis en materia de salud derivada del coronavirus COVID-19, que ha puesto en tela de juicio cientos de paradigmas, creencias y seguridad que pensábamos tener, y en jaque a —prácticamente— todos los países del mundo, incluyendo las economías más importantes del planeta —China, Estados Unidos, Italia, etcétera—.
Hoy hay hospitales saturados. Lugares que llegaron a su capacidad para cremar los cuerpos. Decisiones a nivel de Estado que ponderan una vida más que otra. Familias destrozadas por la enfermedad. Cientos de personas sin trabajo. Empresas quebradas. Ansiedad, preocupación, tristeza y desolación.
Lo más interesante de esto en nuestra realidad mexicana fue que hace un par de días, el presidente López Obrador dijo —sin dar mayor explicación— que la crisis en salud generada por el coronavirus —que tiene aterrado al mundo entero— le caía como “anillo al dedo” para su 4T, con lo que parece que él, como el proverbio del dragón asiático —donde irónicamente inició la pandemia—, nos desea que “vivamos en tiempos interesantes”.
Resulta en extremo preocupante la declaración del mandatario, pues para cualquier persona con dos dedos de frente, debería aterrarle que, en momentos como estos, alguien que parece que vive en una realidad paralela —feliz, feliz, feliz—, sea quien tenga en sus manos las riendas de nuestro país y nuestro futuro, que hoy más que nunca, se vislumbra desolador e “interesante”.
*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Panamericana.
Twitter: @ralexandermp