Los mensajes de las urnas
Por Morelos Canseco Gómez
Aunque la contundencia del resultado de la elección presidencial ocupa el sitio estelar para tomar nota de la expresión ciudadana en las urnas, son varios los mensajes de la ciudadanía.
Asumo la premisa de que se producen en el reconocimiento de la polarización inducida -y continuada hoy- desde Palacio Nacional; la denuncia y conocimiento de tirios y troyanos de la indebida injerencia del presidente de la República en el proceso para promover las candidaturas de su movimiento y descalificar las de la coalición opositora; y el clima de violencia criminal en muchos municipios del país; la visible con asesinatos y amenazas denunciadas y la oculta del amedrentamiento de la población donde no hay confrontación entre grupos por el control territorial, pero sí la intimidación a la población para que no actúe en cualquier cuestión que los pudiera retar.
El proceso electoral careció de equidad para las oposiciones: tiempos muy adelantados, propaganda más que anticipada, gastos cuantiosos sin regulación y rendición de cuentas entre la mentira y la simulación, y proceso de postulación ilegal pero avalado por las autoridades electorales, son los rasgos distintivos de la actuación desde el poder presidencial y las estructuras formales e informales que le son aliadas.
No hay justificación legal ni ética para esos comportamientos. Con independencia de si la coalición opositora -ante el escenario vivido y a la vista de todos- se preparó o no para plantear la impugnación del proceso, más que del resultado, ¿cómo explicar la diferencia de más de 30 puntos en la preferencia por la candidatura presidencial de Morena y sus aliados?
Ciertamente -para mí- no con los señalamientos de un fraude el día de los comicios. No en las casillas, no en la información para dar el conteo rápido, no en el traslado del expediente electoral al Consejo distrital, no en los resultados de las actas del programa de resultados electorales preliminares. Y menos en los cómputos distritales, donde los errores, las inconsistencias e incluso las irregularidades detectadas pueden corregirse válidamente o servir para plantear un juicio de inconformidad. La apertura y el recuento son norma que permiten una revisión exhaustiva.
He conocido y leído las opiniones del fraude el día de la jornada. Simplemente no se sostienen. Es irresponsable acusar sin pruebas, inventar algunas o pretender que una probable irregularidad se repite por miles y no fue corregida. El resultado puede no complacer, pero es real.
El desarrollo de la jornada comicial y de los cómputos en las casillas y luego en los distritos nos invita a dimensionar la realidad de la expresión de la ciudadanía. Habrá que dilucidar y analizar las razones de ello, pero no afirmar que su expresión no fue auténtica ni nítida.
En la polarización -aún con la tercera opción- se plantearon dos opciones para la ciudadanía: la gubernamental de continuidad y planteamientos para establecer un régimen constitucional de concentración de poder en la presidencia y hegemonía basada en la cercanía del gobierno con la población más vulnerable y de menores ingresos y oportunidades; y la de la convergencia de la oposición de los partidos tradicionales del siglo pasado y la defensa de los derechos humanos de primera generación y los contrapesos clásicos de la división del poder de las democracias liberales.
Dos visiones contrapuestas bajo la hipótesis de un país dividido que fue llamado a tomar una decisión. En efecto, la división estaba ahí, pero no por mitades. La posibilidad de que las clases medias -en general- inclinaran la balanza a favor de la propuesta opositora, reveló una acción clara en el sentido opuesto.
En la mayoría de los rubros de la gestión pública los resultados son pobres y muchas encuestas lo dijeron: el gobierno tiene calificación negativa, pero el Ejecutivo Federal y la candidata de su movimiento tienen negativos bajos, uno calificación alta y otra intención de voto elevada.
Los primeros análisis de las personas electoras por género, edad, educación e ingresos revelan que en todos los segmentos se votó más por Claudia Sheinbaum que por Xóchitl Gálvez, salvo en el de quienes tienen título universitario, donde prácticamente empataron.
Varios puntos de reflexión para la acción: (i) la ciudadanía manda. Votó y deben entenderse sus mensajes. Lo único que no cabe ni puede hacerse es reclamarle a las personas ciudadanas bajo cualquier consideración. Si algo ha dejado sentado la transición a la democracia es el poder del voto universal de igual valor y de igual efecto de cada integrante de la ciudadanía;
(ii) el gobierno diseñó, construyó y fortaleció un vínculo de contacto, comunicación, presencia y desarrollo de relaciones de confianza con la población. No sólo son los programas sociales y los subsidios, sino el trabajo político de una estructura de relación con la comunidad para estar cerca y atenderla y, si la solución no es factible, escucharla solidariamente;
(iii) los partidos de la oposición coligada concurrieron a lo factible para establecer una opción que reflejó la suma de tres formaciones debilitadas, desgastadas, desprestigiadas, desprovistas de autocrítica, dominadas por cúpulas que las redujeron y, sobre todo, desvinculadas de la comunidad y la evolución del pensamiento y la actitud de la ciudadanía;
(iv) la necesidad de profundizar en el conocimiento y análisis de la politización y la cultura cívica de la sociedad mexicana. De los tres ámbitos para la práctica de la democracia, existe un desequilibrio enorme entre la electoral y las del desempeño y de la rendición de cuentas. Con todo y todo, se le planteó la disyuntiva entre el modelo para la tutela y el modelo para la exigencia y se manifestó;
(v) la identificación de la mayoría de la población votante con el deseo real de que la cuestión social se resuelva, pues es el mayor rezago en el cumplimiento de las aspiraciones nacionales plasmadas en la primera Constitución social del mundo.
Para poder persuadir hay que comprender, aunque se vaya a remar con más obstáculos y desde más atrás.
Nota: Mea culpa. En la colaboración anterior referí la división de 1420 casillas entre 300 distritos; lo correcto era 4620 entre 300.