Nueva era Trump: ¿Tablero complicado?
Por Morelos Canseco Gomez
A pesar de la reiteración de la frase señera sobre el hecho de que la única constante de la historia es el cambio, a las personas la incertidumbre nos causa desasosiego, intranquilidad y comportamientos erráticos. En el cambio siempre en marcha –aunque no lo queramos o podamos percibir– hoy la incertidumbre emana del retorno de Donald Trump a la Casa Blanca. Sus conductas, muchas veces previsibles, atentan contra los entendimientos que abonan a la estabilidad en las relaciones al interior de los Estados Unidos o de ese país con otros Estados del orbe. ¡Y que decir no de sus conductas impredecibles, sino de los comportamientos abiertamente desafiantes de cualquier condición o planteamiento distinto al propio!
En la política democrática, no estamos ante un postulante de la convivencia en la pluralidad política o en la diversidad social y plural o siquiera en la complejidad del entramado económico; polariza, excluye, pretende sancionar y agrede con ánimo de imposición y dominio. La Orden Ejecutiva y las declaraciones a los medios de comunicación son los vehículos de su desempeño, envueltos en un ejercicio pertinaz de propaganda.
En la política internacional, no estamos ante una persona que asuma como propios los valores y los principios de la construcción de la comunidad impulsada a partir de 1945. El compromiso con la libre determinación de los pueblos, la esencial igualdad soberana de los Estados y la proscripción de la violencia moral o bélica entre las naciones no es su arena; como tampoco lo es la cultura del reconocimiento y el respeto de los derechos humanos.
El 47º presidente de los Estados Unidos no es hombre de poder dentro de la aceptación de las reglas del juego democrático de su país, y no me refiero solo a lo electoral y las conductas de diciembre de 2020 y enero de 2021, sino al ejercicio de la gestión y a la eventual rendición de cuentas. Es hombre de poder por encima de las leyes. Tampoco lo es dentro de la aceptación de las normas de la comunidad de naciones; es hombre de poder más allá de cualquier convención internacional. Sin reglas comunes, ¿es el tablero conocido? ¿Es el mismo juego?
En 30 días a más que impuesto su presencia al mundo; ha puesto en claro la peligrosidad de su presencia para todo entendimiento y todo acuerdo basado en el entramado del Sistema de la Organización de las Naciones Unidas y las instituciones internacionales de la post-guerra y ulteriores. Su guía es el populismo articulado en torno a la promesa de devolverle a los Estados Unidos la idea de poderío incontrastable bajo el sustantivo de “grandeza”.
Obvio recordar que no es de la estirpe política de los demócratas Woodrow Wilson, Franklin D. Roosevelt o John F. Kennedy, en tiempos que pusieron otras pruebas a los Estados Unidos en la gobernanza mundial; tampoco podría acompañar a Ronald Reagan en la definición de la confrontación con la entonces Unión Soviética.
Por segunda vez en 80 años, con la misma persona, el mundo se enfrenta a que la disrupción del sistema conformado emana del lugar no pensado: la Casa Blanca. Con Donald Trump no hay un macizo occidental en la arena mundial; no hay cofradía entre Washington y la Unión Europea; no hay un piso compartido en el mundo de las ideas de la democracia liberal.
El talante autoritario suele imprimir el ritmo de la velocidad y la inmediatez a sus acciones, ahora con mayor razón en la época de la comunicación digital y la alianza de Trump con los magnates de las tecnologías de la información y la inducción de preferencias y hasta conductas a través de las redes socio digitales y la inteligencia artificial.
No obstante, llaman la atención las tendencias al unilateralismo de múltiples Estados para considerar las implicaciones de riesgo y altos costos políticos, económicos, sociales y culturales del ejecutivo estadounidense. ¿Balandronadas? Unas sí, como provocar a Canadá con su admisión como el Estado 51 de la Unión Americana; otras no, como lo habremos de apreciar. ¿Apropiarse de Gaza? ¿Forzar a Ucrania a ceder ante la fuerza invasora de Rusia?
Europa articulará la política que requiera el compromiso de unirse económicamente y aliarse militarmente. Recibió la afrenta del vicepresidente J.D. Vance con motivo de la Conferencia de Munich sobre seguridad, como si en esa ciudad y esa nación pudiera soslayarse el significado de las posiciones racistas en la disputa por el poder y la conducción del país. Macron tomó la iniciativa y propició el diálogo en París: el populismo y la democracia liberal que conviven en la Unión, y dialogan sobe los amagos del populista en el país aliado que persigue la hegemonía, no el liderazgo, y el coro, no el diálogo en la diversidad.
Hacia México los signos no son buenos, a pesar del talante positivo de la presidenta Claudia Sheinbaum. Aún en el Mexico bashing de la primera parte de los 80 del siglo pasado, la agresividad en las declaraciones no fue la de ahora. Dice Trump: “Pienso que México está gobernado en gran medida por los carteles…” Y ofrece ayuda, pero lo reitera y enfatiza. La encargada de la presidencia lo ubica como parte de una “campañita”. Curioso vocablo para referirse a filtraciones sobre despliegue de inteligencia acentuada, la declaración de seis organizaciones delictivas que actúan en México como terroristas y la referencia a lo dicho por su homólogo estadounidense.
¿El tablero está complicado? ¿Es ésta una partida con coordenadas y reglas distintas impuestas por la potencia en búsqueda de la hegemonía?
El gobierno mexicano exhibe la paradoja de tener mayoría amplia, pero debilidad por la destrucción institucional,los indicios de morenistas con vínculos en la delincuencia organizada, la ausencia de contrapesos que legitimen y apoyen al resistir y la disputa por los controles y los mandos en Morena. En la política, el partido y sus ramales parlamentarios avanzan y se acomodan; en el gobierno hay un cambio adecuado en la estrategia de seguridad, aunque pervive la disyuntiva entre el pasado y el presente, con la amalgama útil para ambas correas de las políticas públicas populistas en un escenario de déficit en las finanzas públicas sin creciiento económico.
La migración se puede solucionar; los aranceles se pueden negociar; los carteles requieren actuación, pero pueden desestabilizar.