6 de julio del 1997
El qué obra mal…
Por Rafael Diez Piñeyro
La sabiduría mexicana combinada con cierta picardía, está descubriendo que la farsa de la reciente elección para decidir el tipo de gobierno municipal en Cd. Victoria, la otrora Ciudad Limpia, Ciudad Amable, está cobrando su factura por la terrible decisión de designar a Eduardo Gattas como la máxima autoridad municipal.
El no saber cumplir con la palabra empeñada, el rodearse dé guaruras en lugar de personas preparadas y educadas, los lisonjeros en la nómina municipal, pero sobre todo mentir y engañar a cuanto ciudadano victorense se reunía con el en eventos para trazar las acciones en beneficio de la ciudad.
Lo peor qué le puede pasar a un político es cuando pierde la credibilidad y confianza de sus gobernados. Es difícil convencer a un electorado que perdió la credibilidad en sus líderes. Hay quienes afirman que cuando un político pierde la confianza del pueblo es como cuando se pierde la virginidad, se pierde una vez y ya no se puede recuperar.
Victoria la capital del Estado, la ciudad en dónde radican los Poderes qué gobiernan y administran todo el Estado, la ciudad en dónde nació el actual Gobernador, merece un alcalde que se sienta orgulloso de servir a su comunidad y qué cuando comprometa su palabra la cumpla. Gattas lejos de cumplir los compromisos qué adquiría se escondía de la ciudadanía y rehuía sus cumplimientos.
Los habitantes del Fracc. Valle de Aguayo son un ejemplo de lo comentado en estas líneas.
Victoria, merece un gobierno comprometido con la ciudadanía, terrible fue la experiencia por la falta de obras y servicios para tener, como antes, agua, luz y una recolección de basura al alcance de la capital de los tamaulipecos.
Ojalá quien reciba la estafeta para gobernar y servir a la ciudadanía victorense, recuerde qué la sensibilidad de sus habitantes fue burlada y ofendida por autoridades(?), qué se comprometieron a servir y cumplir con la palabra empeñada y terminaron
burlándose del pueblo.
Eduardo Gattas tendrá que someterse al juicio de la ciudadanía y pronto tendrá qué rendir cuentas de un gobierno fallido y que a base de mentiras y engaños llegó a sorprender a quien le depositó su confianza para servir los victorenses.
Por todo lo anterior, no sería ninguna sorpresa qué pronto la sociedad civil victorense conozca la intervención del Congreso del Estado para separar de su cargo a un político (?) que no supo responder a la confianza qué el pueblo le confirió. Por eso el título de este esfuerzo editorial, “El qué obra mal.”
Victoria la orgullosa capital tamaulipeca merece otro tipo de autoridades.