6 de julio de 1997
“La crisis de Victoria”
Por Rafael Diez Piñeyro
Muy lejos de la realidad están quienes piensan que la crisis política, económica y social que priva en la capital de Tamaulipas fue resuelta al repartirse el botín de los cargos de la administración victorense. El mismo Cabildo victorense quedó en ridículo cuando aceptaron sin chistar los caprichos del edil capitalino.
No podemos soslayar la triste participación del Congreso del Estado que no volvió a decir una sola palabra en la solución (?), al conflicto municipal. El silencio del Secretario General de Gobierno no le conviene a nadie. El alcalde presume sus relaciones en la Ciudad de México y golpeado y vituperedosigue en la silla municipal.
¿Y el pueblo?, a ellos le queda esperar qué los buenos y los malos resuelvan sus diferencias políticas para que algún día alguien venga a tratar de resolver sus problemas y carencias.
Mientras tanto Victoria la capital del estado, sufre la temprana oscuridad por la falta de alumbrado público, los baches están siendo pintados, la basura se sigue acumulando en cada rincón victorense, la COMAPA incrementa los recibos de manera criminal, no existe la atención ciudadana en ninguna oficina municipal, en resumen, la crisis municipal brilla en cada rincón victorense.
La orgullosa capital de Tamaulipas sigue incomunicada por vía aérea con la capital del país. Sin temor a equivocarnos creo que es la única capital en todo el país no está comunicada por la vía aérea con CDMX. Entre otras perlas que padecemos es que no existe un programa de reforestación para combatir el agobio de las altas temperaturas y qué sirvan para paliar los fuertes vientos que en algunas temporadas azotan a la capital norteña.
Muchos cruceros de las avenidas y calles de Victoria son auténticas trampas mortales con las tristes consecuencias de heridos y muertos, esto es noticia de todos los días. No existe la cultura de la prevención qué es obligación de la autoridad municipal.
Y así podemos seguir señalando las deficiencias y la falta de mando para imponer el orden que es obligación del gobierno municipal. A las actuales autoridades de Victoria se les habrá de juzgar por ineptos y de no haber aprovechado la oportunidad histórica de servir a los ciudadanos victorenses.
Aquí se demuestra que la reelección para los casos de las presidencias municipal no sirvió para desgracia de la capital de los tamaulipecos. Ojalá sirva de ejemplo para no repetir la triste historia de Ciudad Victoria.