Las podridas fiscalías.
Por Ricardo Alexander M.
Nos han demostrado que los temas que impulsan son ideológicos y que se mueven por intereses mezquinos, venganzas, y no por hacer un cambio positivo profundo. No buscan saciar el hambre y sed de justicia a la que se refería Luis Donaldo Colosio.
Si fuera el caso, habría un verdadero combate a la corrupción y no se permitiría que los familiares y amigos del régimen vivieran con total impunidad de sus fechorías —como en el caso Segalmex, donde se robaron más de 15 mil millones de pesos del erario público—.
Pensar que la reforma al Poder Judicial es una cuestión de justicia y Estado de derecho es tan ingenuo como contradictorio con sus acciones.
La realidad es que claramente hay un problema grave con la procuración e impartición de justicia en México, pero está principalmente en las fiscalías y procuradurías a nivel federal y local, que siguen siendo instituciones en control de los políticos.
Salvo muy contadas excepciones, las fiscalías y procuradurías son nidos de corrupción que funcionan por intereses particulares. Si queda duda simplemente hay que ver cómo el fiscal general de la República, con la ayuda de quien fuera la fiscal de la Ciudad de México, Ernestina Godoy —futura consejera Jurídica de la Presidencia—, usó a los órganos del Estado para una venganza familiar, incluso inventando tipos penales. Y el presidente López Obrador guardó un cómplice silencio al respecto.
Y nuestra cínica clase política sigue barriendo el problema bajo la alfombra, aunque todos sabemos que hay un elefante en la sala.
Por eso en la reciente detención de El Mayo Zambada se evidencia que el Departamento de Justicia, cuya contraparte en nuestro país es la Fiscalía General de la República, sabe que no hay justicia ni confianza con sus pares mexicanos. A eso se debe que actuó de manera unilateral, sin cooperación. Incluso sin avisar del operativo, pues sabe que, en lugar de ayudar, hubiera estorbado.
Esa visión de nuestros vecinos es la misma sobre los tres niveles de gobierno, empezando por el Presidente mexicano, que se tiene que enterar de temas tan relevantes viendo las noticias.
Según datos de Impunidad Cero, en México no se denuncia 94% de los delitos que se cometen y menos de 1% son resueltos. Una completa tragedia.
Basta hablar con cualquier abogado que navega el sistema penal para tener una radiografía de cómo funcionan las fiscalías. Corrupción, intereses políticos, venganzas personales, peritajes alterados, justicia para los que pueden pagarla. No es gratis la frase de que “la cárcel es para los pobres”.
Casos como el de la guardería subrogada del IMSS Techo Comunitario A.C., donde se investigan 26 casos de abuso sexual infantil en Ciudad Juárez, Chihuahua, son enterrados por los intereses particulares de políticos y grupos de criminales.
Si se tratara de justicia, veríamos una completa indignación de nuestro Presidente frente al desplazamiento obligado que tuvieron que hacer comunidades de Chiapas para resguardarse en Guatemala frente a la inseguridad que se vive en la entidad desde que la gobierna Morena y se dejó de perseguir a los delincuentes organizados.
Por eso el problema está —principalmente— en las fiscalías. La reforma contra el Poder Judicial es pura venganza y ansias de poder. No hay peor ciego que el que no quiere ver.