Debate sobre el debate: Strike three
Por Morelos Canseco Gómez
Concluyó la expectativa de la parte de nuestra sociedad más interesada en los asuntos políticos sobre los alcances de los debates entre quienes compiten por la presidencia de la República. Y, al mismo tiempo, la oportunidad y el riesgo implícitos. Son ejercicios necesarios y, pese a sus deficiencias, insuficiencias e inconsistencias, más vale tenerlos que prescindir de ellos. Sin embargo, está presente la sensación de que nos quedaron a deber. Todos y no sólo quienes protagonizaron los encuentros por estar en la búsqueda del sufragio.
En deuda queda el Instituto Nacional Electoral por haber cedido a los cuidados y remilgos de esas personas y sus equipos, el interés de poner a la luz del día las cualidades y las capacidades de quienes fueron registrados por sendas coaliciones y un partido. Difícil no asumir que la actitud implicaba la protección a la candidata del partido en el gobierno y la afirmación reiterada de su fortaleza en las encuestas. Reverencia al presente y al supuesto futuro, olvidándose la razón y el propósito de los debates.
En la capacidad, al parecer, infinita de la mayoría del público para normalizar lo que ocurre, aunque sea incorrecto o esté equivocado, el modelo de las entrevistas y comentarios de las personas candidatas, incluidas las preguntas formuladas por ellas mismas para la respuesta propia y de quienes también figurarán en la boleta, se quiso hacer pasar por un debate. Si no se quería debate, por lo menos debió confiarse en quienes condujeron los encuentros para forzar a que se dieran respuestas y se atajaran los datos falsos.En deuda quedan las candidatas y el candidato. Sin demérito de la estrategia de cada quien -entreverada con el formato-, tres componentes resaltan por su ausencia: concepción y visión de la Nación; diagnósticos mínimos sobre la situación imperante en los temas abordados, y capacidad para generar emociones a partir de las ideas y la forma de expresarlas.
Una candidata atrincherada en la ventaja de las encuestas publicadas e inmovilizada por la fidelidad a la consigna de la continuidad; el “segundo piso” que ya no puede revisar la falta de cimientos o la estructura del primero.
Otro capturado por la ilusión de que cualquier resultado arriba del porcentaje para preservar el registro de MC es funcional para la organización y para el presidente de la República, y en la ensoñación de recorrer el país, darse a conocer y buscar permanecer para el futuro, a sabiendas de que antes de que esta contienda fenezca, MC tiene quien lo abandere en 2030 y cuidarlo es deber de ese partido.Y otra lanzada a la punta de partidos cuyas votaciones registran tendencias a la baja, desprestigio por las diversas gestiones federales y locales de varios lustros y falta de experiencia política para la tarea emprendida.
Las tres candidaturas exhiben la crisis de nuestro sistema de partidos; con mayor o menor elegancia, son producto de procesos simulados: las encuestas de Morena, el registro ciudadano para la no votación y el relevo a la mano ante el fracaso de ungir al gobernador deseado.
Siete organizaciones partidarias han sido incapaces de proponer auténticos procesos democráticos de elección de las personas candidatas y de ofrecer al país perfiles con reconocimiento más allá de los intereses detrás de las postulaciones y, acaso, de las personas simpatizantes de esas formaciones.Las pruebas contundentes de ello arribaron con el debate del 19 del actual. Aún con el formato inadecuado, abordar los temas de pobreza y desigualdad, de inseguridad y justicia, y de democracia y estado de Derecho constituía una oportunidad inigualable, particularmente para la candidata Xóchitl Gálvez Ruíz. Sin embargo, en el primero dominó la feria de quien sí da y de quien da más; en el segundo, una pretende ignorar la realidad y presentar como reales resultados inexistentes, mientras la otra y el otro recriminan sin diagnóstico, evaluación, propuesta y compromisos que convenzan, y en el tercero, cada quien opta por dar el contenido y alcance propio y no para la diversa y compleja sociedad que reclama -desde el tema anterior- el cumplimiento de la ley como espacio de certidumbre para la convivencia.
Por la cadencia del primer y segundo debates, así como por los temas del tercero, se esperaba más de la candidata de Fuerza y Corazón por México, incluso fortalecida por la concentración de esa mañana en el Zócalo y la oratoria de su mensaje para ir por los votos.Hizo señalamientos, retó a la candidata oficial en diversas formas y dejó clara su determinación por aglutinar a todas las personas que discrepan del rumbo que Andrés Manuel López Obrador le ha impreso al país. Sin embargo, sobraron descalificaciones y connotaciones negativas. Faltó contundencia; faltó estrategia para construir la argumentación y las conclusiones que establecieran la responsabilidad del retroceso y del fracaso en la gestión presente, sobre todo a raíz de la polarización inducida que podría haberse utilizado como el piso compartido para hablarle a tirios y troyanos.
Ante esa segmentación de la sociedad, ¿podía aspirarse a dibujar sendos diagnósticos de trazo claro para establecer porqué la actuación que pretende continuarse no es acertada, viable o socialmente eficiente? Era la oportunidad. Ahora quedará la interrogante para las reflexiones posteriores al veredicto de las personas electoras.No obstante, un elemento cabe agradecer a los debates y el reto pertinaz de Gálvez Ruíz: colocó al alcance de millones el talante autoritario de la candidata de Morena y sus aliados y su ausencia de voluntad para reconocer la diversidad política y convivir democráticamente en la pluralidad. Una frase de apariencia inocente lo resume todo, porque estamos en campaña; no puede decir “gobernar con todos” y sólo alcanza a expresar “gobernaré para todos”.
Al final de los tres debates, quienes más quedan a deber son los partidos y, en el conjunto, el sistema de partidos. Existe financiamiento público muy generoso para sus actividades ordinarias permanentes y también adecuado para realizar campañas. Sin embargo, no rinden frutos a los objetos de afiliar militancia y formarla para dotar de cuadros capaces al partido y, por esa vía, al Estado, conformar sus órganos y asegurar su funcionamiento y plantear ideas para la conducción democrática de la sociedad.
La ciudadanía requiere más y mejores opciones partidarias y en las candidaturas. Strike three. Ponchados.
Muchas gracias. ?Como puedo iniciar sesion?